
Cada jueves, en Valencia, salimos a caminar.
Sin ruido. Sin consignas. Solo presencia.
Caminamos en silencio, con pancartas en las manos y una sola idea en el corazón:
que no se olvide. Que no se normalice. Que no se calle.
La gente nos mira. Algunos leen. Algunos sienten. Algunos giran la cara.
Pero seguimos.
Porque hay historias que se están borrando y no vamos a mirar hacia otro lado.